domingo, 5 de abril de 2009

El ojo de la cerradura. de Juan José Millás

Febrero 2006. Península.

Juan José Millás es uno de mis escritores favoritos. Sus palabras tienen un modo de ubicarse unas tras otras de manera que yo siempre quiera más. Qué otra cosa se le puede pedir a un texto.

Llevo leídas tres de sus novelas: Laura y Julio, El desorden de tu nombre y El mundo. Son las que he podido conseguir. Menos de las que hubiera deseado leer.
No me desviaré diciendo que las tres son excelentes.
La escasa disponibilidad de libros de este autor en mi ciudad ha provocado que en cada visita a una nueva librería, entre otras cosas, pregunte: ¿qué tenés de Millas? Dispuesta a comprar lo que me sea ofrecido sin dudar de lo atinado de mi inversión.

En la última oportunidad tuve la suerte de encontrarme con alguien de mi calaña. Otro fanático de Millás, que antes de responder me miró con ojos encendidos y me dijo: ¡viene a la Feria del Libro! ¿En serio? Ese dato me alegró la tarde.
Luego del intercambio de fanatismos varios puso en mis manos El ojo de la cerradura.

Es un libro poblado de pequeños textos compuestos a partir de fotografías, que a su vez son textos que Millas traduce y que cada lector teje con su mirada. Cada texto es una mirada y cada mirada es un texto distinto.
El tema del libro es, sin duda, la mirada. Aquello que se entrelaza de modo azaroso pero determinado. La mirada de Millas es mordaz, directa, meticulosa, masculina, apasionada, idealista, crítica, persistente. Dejándose sobrecoger por lo que la imagen le produce. En cada línea le dona al lector un pedacito de alguna de esas características, de modo tal que uno no puede más que salir enriquecido luego de haber mirado por su cerradura. Gracias.

Les regalo la primera oración del libro:
“Todo el mundo tiene una cámara de fotos, pero no todo el mundo tiene mirada.”