Hace tiempo que la fluidez de contenidos de este espacio viene embarrada. Que los últimos meses estuve muy ocupada, es cierto. Lo que no es cierto es que esté lejos de la escritura. Vengo tratando de remarla, pero ya es insostenible.
Otras escrituras vienen reclamando mis palabras. Escribo mucho, pero lo que escribo no tiene relación directa con el psicoanálisis. Cuentos, novelas, pequeños pasajes de la vida cotidiana se llevan mis letras desde hace tiempo. Buena parte de ello forma parte de otro blog al que me mudo irremediablemente. Dando por finalizado éste, que tantas satisfacciones me ha dado. Pero cuando las cosas caen, simplemente hay que dejarlas caer.
Les enviaré por mail a mis seguidores la dirección del nuevo blog. Estaré encantada de que me visiten allí.
Muchas gracias por haber compartido este espacio.
jueves, 15 de abril de 2010
lunes, 1 de marzo de 2010
La falta es para todos
Cualquiera diría:
"claro, ustedes los psicoanalistas sí que la pasan bien. Cobran una fortuna y se toman más de un mes de vacaciones..."
"claro, ustedes los psicoanalistas sí que la pasan bien. Cobran una fortuna y se toman más de un mes de vacaciones..."
Y bueh... allá ellos (los que cobran una fortuna, digo). Por mi parte fueron solo 15 días de vacaciones. Falto a la escritura porque estoy MUY ocupada. De verdad. Estaré así hasta fines de marzo.
viernes, 15 de enero de 2010
jueves, 17 de diciembre de 2009
Analista y algo más.
Rubén había mudado su consultorio a una parte de su propia casa. La economía se hacía cada vez más escueta y el cambio le permitía tener menos gastos y más horarios para sus pacientes.
Era viernes, hacía mucho calor, las clases habían terminado. Rubén escuchaba los desencuentros de Pablo con su esposa, las peleas, los tirones en la relación como padres, las desautorizaciones con su hijo que su esposa no paraba de repetir. El clima áspero de la casa de Pablo se trasladaba al consultorio a través de las palabras, hilvanadas como dagas que Pablo se sacaba de a una cuando le hablaba a Rubén, mirándolo con sed de cuidado. Pidiéndole alguna pista que le permitiera poner freno a la histeria de su mujer. Pablo hablaba. Rubén flotaba en su escucha.
La boca de Rubén hizo un gesto con la intención de dejar salir alguna palabra acerca del monólogo sufriente de su paciente. En ese prometedor instante la puerta del consultorio se abrió brutalmente. A los gritos, entró un niño de unos cinco años. Con un shortcito rojo, descalzo y sin remera.
- Papaaaá! Mamá no me deja jugar a la Plaaay. Me dijo que te preguntara a vos! Dale, dejame jugar!!!!
El silencio era ruido en los ojos desorbitados de Rubén. Ambos permanecieron callados, mientras Martín miraba a su papá como quien espera una respuesta crucial de la existencia.
Era viernes, hacía mucho calor, las clases habían terminado. Rubén escuchaba los desencuentros de Pablo con su esposa, las peleas, los tirones en la relación como padres, las desautorizaciones con su hijo que su esposa no paraba de repetir. El clima áspero de la casa de Pablo se trasladaba al consultorio a través de las palabras, hilvanadas como dagas que Pablo se sacaba de a una cuando le hablaba a Rubén, mirándolo con sed de cuidado. Pidiéndole alguna pista que le permitiera poner freno a la histeria de su mujer. Pablo hablaba. Rubén flotaba en su escucha.
La boca de Rubén hizo un gesto con la intención de dejar salir alguna palabra acerca del monólogo sufriente de su paciente. En ese prometedor instante la puerta del consultorio se abrió brutalmente. A los gritos, entró un niño de unos cinco años. Con un shortcito rojo, descalzo y sin remera.
- Papaaaá! Mamá no me deja jugar a la Plaaay. Me dijo que te preguntara a vos! Dale, dejame jugar!!!!
El silencio era ruido en los ojos desorbitados de Rubén. Ambos permanecieron callados, mientras Martín miraba a su papá como quien espera una respuesta crucial de la existencia.
viernes, 11 de diciembre de 2009
El juguete rabioso
Novela. De Roberto Arlt. 1926
No es fácil escribir sobre esta novela. Aunque no por complejas, abandono las tareas. No prometo nada demasiado interesante. De atravesar esta línea será a su propio riesgo. Yo avisé.
Decían sus contemporáneos que el tipo escribía mal. Decían ellos y también dicen ahora ciertos seguidores de aquellos intelectuales de acomodadas posiciones. Dice lo mismo cierto halo extraño sobre el nombre Arlt. Rumores que entorpecieron mi lectura durante años. A pesar de tener esta novela durmiendo en mi biblioteca hace mucho tiempo, jamás la había elegido. Amarilla, ella, no se ofendió cuando después de mi ingratitud de tantos años me decidí a tomarla.
Yo no sé a qué le llamaban escribir mal. Este hombre, que lamentablemente murió muy joven, logra mudar al lector a un mundo sórdido, plagado de carencias, de soledad, de anhelos obstaculizados, de una sociedad con poco espacio, pero también y a pesar de todo eso, un mundo de aventuras.
Dos escenas son fantásticas. Una de ellas por su significado y otra por la dureza con la que impactan las palabras. Ambas por la ambigüedad propia de Arlt.
La primera pertenece al primer capítulo: Los ladrones. Silvio Astier, aún siendo un niño se junta con otros niños del barrio. Fundan el “Club de los Caballeros de la Media Noche”. La finalidad: robar. Uno de los atracos es a la biblioteca. Todos los detalles de la hazaña están contados con lujo de detalles de manera que uno está allí, escondido con ellos cuando, por ejemplo, oyen unos pasos extraños.
Roban libros. Eso es genial. No por el robo en sí, sino porque a pesar del contexto de estos niños, el interés de ellos, particularmente de Silvio (de Arlt), el protagonista, estaba en los libros a los que no podía acceder de otra manera.
La otra escena magnífica pertenece a “Los trabajos y los días”, el segundo capítulo. Silvio Astier trabajaba como cadete en una librería. Un día cualquiera se encuentra ante la oportunidad de incendiarla, sin vacilar, sucumbe a la tentación de dejar caer una brasa sobre un montón de papeles. Abandona el lugar sintiéndose libre y feliz de su decisión. Aunque para su desgracia luego comprueba que la brasa no llegó a provocar la tragedia que él hubiera querido.
Impactan las palabras sin culpa, sin titubear, con goce de la vil oportunidad.
Además de las dotes malignas con las que Arlt dota a sus personajes, esta escena representa la relación dual de Silvio Astier, de Arlt mismo, con la sociedad de los libros. En el sentido intelectualoide del término. Los libros eran su vida, pero también representaban a todos esos autores acomodados con los que él batallaba con la prepotencia que solo puede tener quien se siente herido y no encuentra mejor modo de defensa que el ataque petulante.
Y continúa con idéntica dualidad al final. El juguete rabioso culmina con otra canallada, lograda en este caso, que también plasma la estupenda dualidad de Arlt. Rasgo que lo convirtió, desde esta mirada aficionada, en un gran escritor, fuera de todo molde prefabricado.
Les regalo estas líneas:
Decían sus contemporáneos que el tipo escribía mal. Decían ellos y también dicen ahora ciertos seguidores de aquellos intelectuales de acomodadas posiciones. Dice lo mismo cierto halo extraño sobre el nombre Arlt. Rumores que entorpecieron mi lectura durante años. A pesar de tener esta novela durmiendo en mi biblioteca hace mucho tiempo, jamás la había elegido. Amarilla, ella, no se ofendió cuando después de mi ingratitud de tantos años me decidí a tomarla.
Yo no sé a qué le llamaban escribir mal. Este hombre, que lamentablemente murió muy joven, logra mudar al lector a un mundo sórdido, plagado de carencias, de soledad, de anhelos obstaculizados, de una sociedad con poco espacio, pero también y a pesar de todo eso, un mundo de aventuras.
Dos escenas son fantásticas. Una de ellas por su significado y otra por la dureza con la que impactan las palabras. Ambas por la ambigüedad propia de Arlt.
La primera pertenece al primer capítulo: Los ladrones. Silvio Astier, aún siendo un niño se junta con otros niños del barrio. Fundan el “Club de los Caballeros de la Media Noche”. La finalidad: robar. Uno de los atracos es a la biblioteca. Todos los detalles de la hazaña están contados con lujo de detalles de manera que uno está allí, escondido con ellos cuando, por ejemplo, oyen unos pasos extraños.
Roban libros. Eso es genial. No por el robo en sí, sino porque a pesar del contexto de estos niños, el interés de ellos, particularmente de Silvio (de Arlt), el protagonista, estaba en los libros a los que no podía acceder de otra manera.
La otra escena magnífica pertenece a “Los trabajos y los días”, el segundo capítulo. Silvio Astier trabajaba como cadete en una librería. Un día cualquiera se encuentra ante la oportunidad de incendiarla, sin vacilar, sucumbe a la tentación de dejar caer una brasa sobre un montón de papeles. Abandona el lugar sintiéndose libre y feliz de su decisión. Aunque para su desgracia luego comprueba que la brasa no llegó a provocar la tragedia que él hubiera querido.
Impactan las palabras sin culpa, sin titubear, con goce de la vil oportunidad.
Además de las dotes malignas con las que Arlt dota a sus personajes, esta escena representa la relación dual de Silvio Astier, de Arlt mismo, con la sociedad de los libros. En el sentido intelectualoide del término. Los libros eran su vida, pero también representaban a todos esos autores acomodados con los que él batallaba con la prepotencia que solo puede tener quien se siente herido y no encuentra mejor modo de defensa que el ataque petulante.
Y continúa con idéntica dualidad al final. El juguete rabioso culmina con otra canallada, lograda en este caso, que también plasma la estupenda dualidad de Arlt. Rasgo que lo convirtió, desde esta mirada aficionada, en un gran escritor, fuera de todo molde prefabricado.
Les regalo estas líneas:
“Hablaba estremecido de coraje; rencor a sus palabras tercas, odio a la indiferencia del mundo, a la miseria acosadora de todos los días, y al mismo tiempo una pena innominable: la certeza de la propia inutilidad.” R. Arlt
lunes, 30 de noviembre de 2009
Un poco de humor
Es bueno... es bueno.
Marido y mujer acuden al psicólogo tras 20 años de matrimonio.
Cuando se les pregunta cuál es el problema, la mujer saca una lista larga y detallada de todos los problemas que han tenido durante los 20 años de matrimonio:
...poca atención, falta de intimidad, vacío, soledad, no sentirse amada, no sentirse deseada...
La lista es interminable.
Finalmente, el terapeuta se levanta, se acerca a la mujer, le pide que se pare. La abraza y besa apasionadamente, mientras que el marido los observa con una ceja más alta que la otra.
La mujer se queda muda y se sienta en la silla medio aturdida.
El terapeuta se dirige al marido y le dice: “Esto es lo que su esposa necesita al menos 3 veces por semana. ¿Puede hacerlo?”
El marido lo medita un instante y responde: “Bueno, la puedo traer los lunes y los miércoles, pero los viernes tengo pesca”.
Marido y mujer acuden al psicólogo tras 20 años de matrimonio.
Cuando se les pregunta cuál es el problema, la mujer saca una lista larga y detallada de todos los problemas que han tenido durante los 20 años de matrimonio:
...poca atención, falta de intimidad, vacío, soledad, no sentirse amada, no sentirse deseada...
La lista es interminable.
Finalmente, el terapeuta se levanta, se acerca a la mujer, le pide que se pare. La abraza y besa apasionadamente, mientras que el marido los observa con una ceja más alta que la otra.
La mujer se queda muda y se sienta en la silla medio aturdida.
El terapeuta se dirige al marido y le dice: “Esto es lo que su esposa necesita al menos 3 veces por semana. ¿Puede hacerlo?”
El marido lo medita un instante y responde: “Bueno, la puedo traer los lunes y los miércoles, pero los viernes tengo pesca”.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Letras en el Shopping
Que la literatura enriquece el mundo no es una novedad. Sin embargo, cuando eso sucede de un modo tan directo y concreto, sorprende. Es como poder volver a maravillarse con el atardecer. Ya se sabe que el sol se pone, que entra por aquí y sale por allá, pero cuando uno se deja envolver al contemplarlo, sorprende.
Ayer tuve la grata oportunidad de conocer gente nueva, de reírme, de compartir historias, de ampliar el universo. Todo eso gracias a un cuento. Había enviado uno de mis cuentos a un concurso y al parecer pude decir algo en él, tanto que fue seleccionado entre diez, de un total de seiscientos cuentos.
El concurso lo organizaba el Boulevard Shopping de Adrogué. ¿Un shopping organiza un concurso de cuentos? pensé. Desde cuándo el paradigma del capitalismo se ocupa de la cultura. Evidentemente no hay una única manera de hacer las cosas. Parece que el grupo de marketing que allí trabaja encontró la veta para no dejar de hacer su trabajo, y al mismo tiempo no perder de vista que cuanto más cultura tenga un pueblo, más interesante será.
Gracias al jurado: Claudia Piñeiro, Laura Massolo y Patricia Saccomano. Y gracias a los organizadores del Shopping: Juan Pablo Fiorenza, Arq. Hugo Gilardi y los demás de quienes lamentablemente no se sus nombres.
Ayer tuve la grata oportunidad de conocer gente nueva, de reírme, de compartir historias, de ampliar el universo. Todo eso gracias a un cuento. Había enviado uno de mis cuentos a un concurso y al parecer pude decir algo en él, tanto que fue seleccionado entre diez, de un total de seiscientos cuentos.
El concurso lo organizaba el Boulevard Shopping de Adrogué. ¿Un shopping organiza un concurso de cuentos? pensé. Desde cuándo el paradigma del capitalismo se ocupa de la cultura. Evidentemente no hay una única manera de hacer las cosas. Parece que el grupo de marketing que allí trabaja encontró la veta para no dejar de hacer su trabajo, y al mismo tiempo no perder de vista que cuanto más cultura tenga un pueblo, más interesante será.
Gracias al jurado: Claudia Piñeiro, Laura Massolo y Patricia Saccomano. Y gracias a los organizadores del Shopping: Juan Pablo Fiorenza, Arq. Hugo Gilardi y los demás de quienes lamentablemente no se sus nombres.
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