viernes, 21 de diciembre de 2007

Dos pájaros de un tiro: una entre miles de miradas.

Un psicoanalista en un recital no puede evitar analizar qué está sucediendo allí y qué hace él en ese lugar. Tres o cuatros instantes. Luego canta, salta, grita y transpira como cualquier “cristiano” (¿?!!)

La música y la poesía se daban cita en dos de sus grandes representantes. No precisamente en la cuna de la intelectualidad, sino más bien en uno de los escenarios más populares de nuestra ciudad. Últimamente reacondicionado por algún pro. Entonces, no sólo Serrat y Sabina sino también cultura y popularidad.

La bombonera, curiosamente habitada por una multitud de personas que probablemente se precie por la diferencia, el criterio y un estilo tal vez más intelectual, se vio homogeneizada en sus puntos más extremos. Señores apilonados como muchachotes y señoras se dejaban arrastrar por la marea humana, embadurnada en un cálido y húmedo sopor de los cuerpos. Así miles de personas se deleitaban en una fiesta de música y poesía, con gratos condimentos populares. A los saltos, haciendo honor a las palabras que tarareaban:

Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.
“Mas de cien mentiras”. J.Sabina

O También:

Hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano sin importarles la facha.
por una noche se olvido que cada uno es cada cual.
“Fiesta”. J. M. Serrat

Así, un Serrat más desinhibido por la compañía y un Sabina seductor y admirador de su maestro, se complacían y nos complacían en el escenario con una exuberancia de música y humorística ironía. Digna de ser vivida.

Eso sí, con un comienzo y un final. Uno solo, no tantos!!! Terminaba y volvía a concluir y volvía a comenzar y volvía a concluir… Tal vez para los amantes de la finitud, se nos hizo algo interminable. Sobre todo para quienes elegimos disfrutar esa fiesta de la música desde la costumbre popular de estar cuerpo a cuerpo con otros; habiendo perdido un tanto la práctica y un poco la salud también.
Matando dos pájaros de un tiro, recordando hábitos de juventud en la sucesión de recitales, allá por los años ’90. Pero con la mirada de hoy.