viernes, 11 de abril de 2008

Los Congresos, la cuna del saber.

A decir verdad, los Congresos (de Salud Mental que son los que conozco) son un bello collage. Digamos que suele ser una florida combinación de adornos interesantes con algún saber que también circula, aunque casi con la seguridad de que no será lo principal. No obstante, hay Congreso sólo en la combinación.

Si el saber no es lo esencial, entonces de qué se trata tanto profesional junto, con bolsitos uniformados y etiquetas colgadas, dando vueltas por al menos dos días, en los alrededores de un hotel? Imagino se preguntará el lector desprevenido.
Sin lugar a dudas, se trata de un punto de encuentro; con todas sus vicisitudes, desencuentro incluido.
Una oportunidad de contacto con colegas que no comparten la cotidianidad o bien, si la comparten, poder tropezarse en un escenario diferente.
Ahora bien, para encontrarse siempre tiene que haber una excusa; en los Congresos son variadas. Pueblan una sala y algunos pasillos, distintos stands de oferta psicofarmacológica. Visitados por un sector de los asistentes e ignorados por algún grupo de psicoanalistas que también pasean por allí, tal vez en busca de lapiceras. Estos últimos prefieren otros mostradores colmados de libros, atendidos por personajes muy representativos para la ocasión. No faltan los pequeños folletos de revistas, nuevas y viejas instituciones, softwares especialmente diseñados para categorizar pacientes, etc. Kiosco no hay, café tampoco, en este oportunidad.

La propaganda es un modo de darse a conocer y esto no es privativo de los pasillos del Congreso, también ocupa sus auditorios. Allí, la diversidad fue la constante. Hubo habladurías que no son más de lo mismo. Vuelta a repetir lo ya escuchado una y mil veces, esta vez del mismo modo.
No es menos cierto también, que en el afán de darse a conocer se comenten algunos asesinatos. De la enunciación, por ejemplo. Entonces, uno se encuentra con mesas basadas en relatos de actividades sin el más mínimo análisis. Una mera descripción de tareas: “hacemos todo esto, miren qué bien!”.
Por suerte, justamente porque hay un poco de cada cosa. También hubo mesas sumamente interesantes. Que no sólo se daban a conocer sino que también lograban transmitir una visión singular. En algunos casos sorprendentemente novedosa sobre temas de particular interés para la salud mental. El futuro del psicoanálisis, por ejemplo; el padre desde una mirada cinematográfica, los embrollos del lenguaje, la locura (ni psicosis, ni neurosis), etc.
También hubo mesas que sin duda hubieran sido muy interesantes si no fuera por la ausencia inesperada de su protagonista. Una verdadera pena.
Volviendo al punto de encuentro, ahora con la propaganda, no resulta alocado pensar que se trata de darnos a conocer. Exponer es exponerse. Escuchar es acercarse a un encuentro. La solitaria tarea de la asistencia no es sin el tendido de redes que la sostienen. Que se arman también, por qué no, en lugares como este.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No solo los Congresos de Salud Mental son un bello collage, como vos decis. Los de Medicina tambien.
Tomando frases sueltas escritas por vos, me sale decirte que los congresos en general son un punto de encuentro en la cuna del saber.
Con cada palabra que escribiste, me senti muy identificada, y no soy psicoanalista sino medica.
Cada profesion es muy distinta, pero en muchas cosas se parecen.
VANE

Natalia Zito dijo...

Vane:

Te has convertido en una de las seguidoras de este tan preciado espacio. Muchas gracias.

Ya lo suponía... Los Congresos no podían ser muy distintos. Justamente no se trata tanto de qué decimos, sino de encontrarnos. Lo de la cuna del saber lo dejo en suspenso, si te parece?

Saludos.

Natalia