martes, 24 de abril de 2007

"Al manicomio entrás por loco, pero te quedás por pobre"

Volver a un Hogar.
Interesante Programa para Pacientes "manicomializados".

Fuente: Lorena Oliva, LA NACION.
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Hospital José Esteves
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El neuropsiquiátrico Esteves solventa y monitorea un programa que permite que determinadas pacientes hoy vivan fuera del hospital, juntas o con sus parientes.

"Al manicomio entrás por loco, pero te quedás por pobre". Esta frase, enunciada por un profesional de la salud mental, sintetiza el triste destino de quienes, una vez superada la crisis que derivó en su internación, permanecen en el hospital sencillamente porque no tienen adónde ir.

Las pacientes del Hospital Neuropsiquiátrico José A. Esteves, en Temperley, no son la excepción en este sentido. Por eso un equipo de profesionales de la institución viene desarrollando, desde fines de 1999, el Programa de Rehabilitación y Externación Asistida (PREA), comprometidos con una realidad que denuncia que entre el veinte y el sesenta por ciento de la población de los hospitales neuropsiquiátricos permanece internada por falta de contención social.

Inspirado en experiencias extranjeras, como la de Italia, donde los hospitales mentales, tal y como aquí se los concibe, dejaron de existir hace décadas, el PREA cuenta con la financiación del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. Pretende ni más ni menos que la desmanicomialización de aquellas pacientes que cuentan con el alta de internación, pero no poseen los medios económicos o
afectivos para irse. ¿De qué manera? Facilitándoselos.

"Cuando nuestro equipo médico evalúa que una paciente tiene potencial para formar parte del programa, porque ya se encuentra compensada y no tiene sentido continuar con su internación, se le hace firmar un contrato de admisión por el que se compromete a trabajar por su externación. Esto significa, básicamente, asistir a una serie de talleres donde se la prepara para el afuera", explica Patricia Esmerado, psiquiatra y directora del PREA.

Luego de este proceso, que se extiende durante meses, a las mujeres que logran su externación las espera una casa -alquilada y solventada por el hospital Esteves- en la que podrán vivir junto con otras compañeras el tiempo que necesiten. Incluso por el resto de su vida.

REDESCUBRIR EL AFUERA

Desde su puesta en funcionamiento, en 1999, hasta la actualidad, cerca de sesenta mujeres, distribuidas en doce casas, han podido revincularse con el afuera: obtener un trabajo, ir a la escuela, descubrir vocaciones ocultas, retomar la relación con la familia, sentir la calidez de un hogar, y hasta casarse y tener hijos.

En Adrogué, la casa de Angie, de 51 años; Ema, de 52; Dora, de 55; Graciela, de 55, y a la que próximamente se sumará Estela, de 59, fue la primera en habilitarse allá por el año 2000. En ella sobran historias que demuestran cuán valiosa ha sido esta segunda oportunidad en la vida de sus habitantes.

Hace dos años, para el Día de la Madre, Dora recibió el primer llamado del hijo que le habían arrebatado cuando nació y que hoy es un gendarme de 38 años, casado y con cuatro hijos. Deseosa de tener una relación más fluida con él, Dora lucha por superar ese duro pasado que todavía le oprime el corazón, mientras cursa el cuarto grado de la escuela primaria. "Ahora que aprendí a escribir, me encantaría poder
mandarle una carta, pero no sé su dirección", se lamenta Dora, seguida por la mirada atenta de Angie, su "maestrita dulce".

"Yo la ayudo con la tarea, a pensar oraciones, a hacer las cuentas", explica Angie, una de las indudables referentes del grupo. Angie estuvo internada durante dos años y medio. Por entonces estudiante universitaria de Ciencias de la Educación, puede adivinarse que su trabajo como bibliotecaria en el hospital, así como la concurrencia a diferentes talleres funcionaron como una suerte de salvavidas allí
donde todo parecía haberse hundido. En el taller literario de Néstor Costa conoció a Ema y se hicieron inseparables.

Ema recuerda que, durante los siete años en los que permaneció internada, todas las noches repetía a modo de rezo: no me quiero morir acá. "Cuando estás durante varios años en una institución, vas perdiendo tu capacidad para autodirigirte. Te van tronchando tu libertad. A las 7 de la mañana te levantan, después te bañan, el
desayuno, el almuerzo, la siesta todo está pautado y una no puede decidir nada", se lamenta esta coqueta mujer, apasionada por la literatura, que pronto editará su primer libro: Latigazos de luna.

VALERSE POR SI MISMAS

Aún en la institución, cuando las pacientes comienzan a formar parte del PREA deben asistir a una serie de talleres que busca, justamente, evitar que, ya externadas, se encuentren en el mundo exterior con una vida que no saben manejar. En la mayoría de los casos se trata de mujeres que han estado más de cinco años internadas. Y la falta de contacto con el mundo exterior, obviamente, tiene sus secuelas. "Lo
que se busca es que estas mujeres logren reconstruir esa subjetividad que fueron perdiendo al formar parte de una institución en la que todo, desde el horario para el desayuno hasta la ropa que se ponen y la medicación que toman, es decidido por otros", ejemplifica Julio Ainstein, director ejecutivo del hospital Esteves.

Excepto por la visita periódica de un equipo interdisciplinario que supervisa y contiene en caso de eventuales problemas, de ahí en más la vida de estas mujeres se parece bastante -y cada vez más- a la de cualquier persona que se las cruce por la calle. De hecho, el mecanismo de funcionamiento de la casa de Adrogué parece tan bien
aceitado, que difícilmente alguien podría adivinar en qué circunstancias se conocieron estas cuatro mujeres.

Sentadas alrededor de la mesa del comedor, en un clima de cordialidad y respeto, cuentan cómo es un día en sus vidas: mientras que Angie y Ema reparten sus horas entre el trabajo y la terapia, Dora y Graciela se organizan entre la escuela, los quehaceres domésticos y la continuidad del tratamiento en el Centro Comunitario Libremente, un espacio cultural abierto a la comunidad que, a la vez, sirve de punto
de encuentro entre pacientes y terapeutas.

Ainstein informa que el total de plazas disponibles del hospital (1020) está siempre cubierto.

-¿Cuántas de estas mujeres son potenciales usuarias del PREA?
-En estos momentos tenemos a unas veinte en la primera etapa del programa. Además, calculamos que otras ciento veinte podrían ir incorporándose en forma progresiva.

Además del PREA, el hospital Esteves desarrolla otro programa llamado Vuelta a Casa , focalizado en las pacientes que sí cuentan con un entorno familiar dispuesto a recibirlas, que ya ha favorecido a más de cien casos. "Se trata de un subsidio que busca favorecer los medios para que alguien, tal vez un pariente, pueda acompañarlas hasta que adquieran seguridad y autonomía", explica Esmerado.

Pero por diversas causas, un sector de la población del Esteves no podrá participar de ninguno de los dos programas. Ya sea porque padecen patologías severas, o porque han envejecido dentro de esas cuatro paredes, unas quinientas mujeres no pudieron -ni podrán- superar los efectos de la llamada manicomialización : un sistema que,
a todas luces, ha demostrado no ser lo más efectivo en numerosos casos.

Tal vez iniciativas como el PREA permitan albergar la esperanza de un futuro donde la atención de la salud mental se valga de mecanismos más humanizados. Y sin muros.

MIEDO POR DESINFORMACIÓN

Es probable que los hospitales psiquiátricos colaboren bastante con la mala fama que la locura sigue teniendo en la sociedad. Según Julio Ainstein, director ejecutivo del hospital Esteves, la manera en que la sociedad encara este tipo de trastornos poco ha cambiado a pesar del paso del tiempo. "El miedo a la locura continúa vigente, y en su persistencia tiene mucho que ver la desinformación", explica.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Palabras ordenadas con excelencia para ésta.
Tema cruel, el miedo a la locura, quien diga que "nunca" lo sintió, miente. Creo que nunca perderá vigencia.
Buena información. Para mí fue primera noticia, impactante y conmovedora.
Gracias por traerlo.
Saludos desde Sentires

Natalia Zito dijo...

Gracias por pasear por mi blog.
Me alegra aportar algo.
Saludos.