jueves, 11 de diciembre de 2008

Dormido

La paciente hablaba sin cesar. Que su marido; que las compañeras de trabajo que no la acompañan como quisiera; que su jodida madre podría haber sido un poco más amorosa con ella; que su padre nunca se hizo cargo de nada; en fin. Es posible que hablara y hablara, y aún así no estuviera diciendo nada. El silencio del analista la incitaba a hablar más y más. Le daba la idea de ser escuchada con atención. Por momentos dudaba, pero seguía hablando. Recostada en el diván, había perdido hacía tiempo, la chance de escudriñar los gestos del pobre tipo que la escuchaba cada semana.
Embrollada en sus palabras, la sorprendió de pronto, un grosero ronquido. Se calló. Enmudeció. No se animó a darse vuelta. Sintió temor de encontrárselo mirándola como diciendo: ¿qué pasa?. Pensó que tal vez sería una intervención. Un modo extravagante de decirle estas hablando pavadas. Aceptó esa idea como la más convincente y sin darse vuelta se embarcó nuevamente en el palabrerío infernal. Esta vez puso énfasis en la calidad de su decir. Se animó a contar por primera vez aquel encuentro con un primo, donde las cosas habían traspasado ciertos límites de buenas costumbres. Es posible que la incertidumbre acerca de la escucha le diera agallas para descripciones lujosas en detalles. El analista permanecía callado. Ella hizo un silencio. Hizo de cuenta que el ronquido nunca había sucedido. Le dio pie para meter, al menos, un bocadillo, para que ofreciera alguna prueba de su presencia. Si era cierto que se había dormido, semejante historia tenía que haberlo despabilado.
Silencio en el diván, silencio por detrás. Continuó su relato pero se encontró titubeando. Se escuchaba hablar pero no decía más que incoherencias. En verdad su cabeza estaba ocupada pensando en lo sucedía detrás de ella. Qué pasaba en el reino del saber que en esta ocasión no producía ninguno.
Con disimulo miró el reloj. Descubrió que la hora en la que suelen despedirse había pasado hacía cinco minutos. Nada, él no le decía nada. Con grotesco disimulo, forzó el giro de sus pupilas más de lo que su cuello le permitía. Le pareció verlo arrumbado hacía atrás, como si estuviera observando el techo, dejándose llevar por sus oídos. Pero el silencio era abrumador. Se atrevió a incorporarse y lo descubrió. Estaba completamente dormido, tumbado en su sillón, con la boca entreabierta, respirando escandalosamente, sosteniendo sin aplomo el cuaderno donde guarda los mayores secretos de sus pacientes. La lapicera estaba en el piso.
No sintió indignación, más bien pena. Se dijo: pobre, debe estar trabajando mucho. Pensó en despertarlo pero ello tornaría la situación aún más bochornosa. Por ello y en honor al cariño que no podía evitar tenerle, decidió hacer el menor ruido posible y no interrumpir su descanso. Le dejó el dinero de la sesión sobre una mesita a su lado y se fue.
Cuando cerró la puerta, el analista abrió los ojos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Y volviste con todo!!!!
Cuanto me alegro...
Besitos
VANE

Anónimo dijo...

Uf che. Yo no le hubiera pagado

Natalia Zito dijo...

Ahhh! Ese es justo el detalle a debatir!

Estaban atentos a mi regreso en serio. Tengo la sensación como si hubieran estado sentados ahí, en el zaguán y me los hubiera encontrado de pronto al abrir la puerta...
Gracias.

Natalia

Anónimo dijo...

Siempre estuve sentada aca... leyendote desde el anonimato...

Gracias!!! por volver

Besitos

VANE

Anónimo dijo...

Natalia, tu relato es muy grafico, uno se imagina la escena, y no puede menos que reir. Te cuento que soy colega tuyo y comparto además contigo la pasión por escribir. Aprovecho para dejarte mi direccion de blog donde he publicado algunos de mis cuentitos. http://circulanmiscuentos.blogspot.com/

Saludos
Pablo Pannunzio

Natalia Zito dijo...

Pablo:

Bienvenido. La risa de quienes leen mis escritos son el mejor halago que puedo recibir. Muchas gracias!
Me voy a dar una vuelta por tus cuentos...

Saludos,

Natalia

Anónimo dijo...

¡Hola Natalia! Bienvenida, con tan buen episodio imposible no darte el abrazote que tenía en reserva para vos.
Más de esto (beso y letra para leerte)
Vivi

Natalia Zito dijo...

Vivi,

Gracias por tu abrazo! Y gracias por el "tan buen episodio".

Otro abrazo para vos.

Natalia

Hernando Bernal dijo...

Natalia, te invito a conocer mi blog: http://bernaltieneunblog.blogspot.com/